Me encanta todo clase de pescado, unos más que otros, pero el pez espada es uno de mis preferidos sin olvidar, al rape, bacalao, merluza, dorada y lubina entre ellos.
Y hoy le ha tocado el turno al pez espada, en algunos sitios lo denominan emperador, aunque no es el mismo pescado, aquí suelen llamarlo de esa forma.
Y como se trata de una receta de pescado la acompaño con este cuadro de un extraordinario pintor valenciano. Espero que ambas sean de vuestro agrado.
¡Aún dicen que el pescado es caro! Sorolla y Bastida, Joaquín
Sorolla y Bastida, Joaquín
Valencia, 27.2.1863 - Cercedilla, Madrid, 10.8.1923
Valencia, 27.2.1863 - Cercedilla, Madrid, 10.8.1923
Formado en sus años más tempranos con el escultor Cayetano Capuz, estudió desde 1878 en la Academia de San Carlos de Valencia, donde sus maestros Gonzalo Salvá (1845-1923) e Ignacio Pinazo le introdujeron en la pintura al aire libre. Al comienzo de los años ochenta viajó a Madrid y estudió la obra de Velázquez y de Ribera en el Museo del Prado. En 1884 participó en la Exposición Nacional de Bellas Artes con "El dos de mayo", con el que cosechó sus primeros éxitos, a pesar de lo temprano de la obra. Pensionado poco después por la Diputación de Valencia, viajó a Roma y a continuación a París. En 1892 su estremecedora pintura "Otra margarita" recibió la primera medalla de la Nacional de ese año y el premio único de la Internacional de Chicago del año siguiente. Hasta 1900, Sorolla acumuló un gran número de galardones, entre los que destaca el grand prix de París y la medalla de honor de la Nacional de Madrid de ese año, La mayoría de esos premios los obtuvo por pinturas que tratan de ofrecer una perspectiva realista al costumbrismo burgués, inspirado muchas veces en las labores marineras de su tierra natal, como en "¡Aún dicen que el pescado es caro". En esos años, en los que había entrado en contacto con la obra de pintores extranjeros como Jules Bastien Lepage (1848-1884), Adolf Menzel (1815-1895) y varios pintores escandinavos, cobra cada vez más importancia en la pintura de Sorolla la preocupación por la captación de la luz natural.
En los primeros años del siglo XX, respaldado por los éxitos que había acumulado ya, y quizá también debido a la influencia de su gran amigo el paisajista Aureliano de Beruete, se dedicó a viajar por toda España. En estos primeros viajes fue determinante su estancia en el sur del país, donde su paleta se enriquecería pintando los paisajes y jardines árabes de Granada y Sevilla. En 1909, por invitación de Archer M. Huntington (1870-1955), expuso en Nueva York, donde el éxito de su obra fue arrollador, las críticas muy favorables y el mercado reaccionó con gran entusiasmo. Dos años después Huntington le encargó la monumental decoración mural para la Hispanic Society de esa ciudad, en la que debía reflejar las gentes y pueblos de España, según sus características regionales, lo que obligó al pintor a viajar por todo el país captando prototipos folclóricos para su obra.
Este emblemático cuadro, sin duda el más famoso entre todos los pintados por Sorolla durante su juventud con argumento social, es también ejemplo fundamental de la inmersión del artista en este género, entonces de plena vigencia en los ambientes artísticos oficiales madrileños, en los que Sorolla se propuso lograr sus primeros reconocimientos públicos. Además, es seguramente el más sentido de todos ellos en la hondura de su significado, por representar un asunto tan sensible a las vivencias de las gentes de su tierra natal, logrando con él una de las escenas más emocionantes de la pintura española del realismo social de fin de siglo.
El cuadro, muestra el interior de la bodega de una barca de pesca, en la que un joven marinero, apenas un muchacho, yace tendido en el suelo tras sufrir un accidente durante la faena. Con el torso desnudo, del que pende una medalla, amuleto devoto de protección de los pescadores contra las desgracias, el joven es atendido cuidadosamente de sus heridas por dos viejos compañeros de labor, con el semblante serio y concentrado. Uno de ellos le sujeta por los hombros, mientras el otro, cubierto por una barretina, le aplica una compresa en la herida, que acaba de mojar en el perol de agua que se ve en el primer término. Alrededor de los tres marineros pueden verse diversos aperos y, al fondo, un montón de pescados, apresados durante la accidentada jornada. Sorolla logra no obstante en esta pintura una especial armonía de conjunto en la interpretación de su asunto, en una composición de gran equilibrio y un audaz planteamiento espacial, integrándose ya en ella con perfecta normalidad algunas de las conquistas del innovador lenguaje plástico de su obra posterior. En efecto, lo primero que despierta la emoción del espectador es la entereza callada y contenida de los viejos hombres de mar cuidando el frágil y desvalido cuerpo del muchacho herido, interpretado casi con la solemnidad dramática de una piedad profana, envuelta en una gravedad noble y viril que sólo Sorolla supo calar en el alma de los pescadores de su tierra.
Es un óleo sobre lienzo.
Número de catálogo P004649.
Sus medidas son: 151,5 x 204 cm.
Pintado en 1894.
Sala 061A (Expuesto).
Fuente: Museo El Prado. Madrid.
Número de catálogo P004649.
Sus medidas son: 151,5 x 204 cm.
Pintado en 1894.
Sala 061A (Expuesto).
Fuente: Museo El Prado. Madrid.
Pez espada a la siciliana
Ingredientes
2 filetes de pez espada
1 cebolla
1 tomate rallado
2 cucharadas de salsa de tomate casera
16 aceitunas negras de Aragón
1 cucharada sopera de alcaparras
1 cucharadita de tomillo
8 tomates cherry
1 cucharadita de pimentón dulce
aceite de oliva virgen extra
1 cebolla
1 tomate rallado
2 cucharadas de salsa de tomate casera
16 aceitunas negras de Aragón
1 cucharada sopera de alcaparras
1 cucharadita de tomillo
8 tomates cherry
1 cucharadita de pimentón dulce
aceite de oliva virgen extra
Elaboración
Lavamos y quitamos la piel de los filetes del pescado. Secamos con papel absorbente y salamos.
Ponemos un poco de aceite en una sartén y marcamos por las dos caras los filetes del pescado.
Sacamos y reservamos.
En la misma sartén ponemos un poco más de aceite y pochamos la cebolla cortada en juliana.
Cuando transparente añadimos el tomate rallado y rehogamos hasta que reduzca.
Incorporamos la salsa de tomate, las alcaparras y las aceitunas. Mezclamos y añadimos el tomillo.
Cocinamos todo junto a fuego suave durante unos minutos.
Ponemos un poco de aceite en una sartén y marcamos por las dos caras los filetes del pescado.
Sacamos y reservamos.
En la misma sartén ponemos un poco más de aceite y pochamos la cebolla cortada en juliana.
Cuando transparente añadimos el tomate rallado y rehogamos hasta que reduzca.
Incorporamos la salsa de tomate, las alcaparras y las aceitunas. Mezclamos y añadimos el tomillo.
Cocinamos todo junto a fuego suave durante unos minutos.
Añadimos los tomates cherry cortados a la mitad y el pez espada.
Espolvoreamos por encima con el pimentón y cocinamos durante un par de minutos más.
Espolvoreamos por encima con el pimentón y cocinamos durante un par de minutos más.
Espero que os guste.
Con
la llegada del verano, la actividad en la blogosfera va en proporción
inversa a la temperatura diaria. A más calor menor actividad, de ahí que
haya decidido adelantar las vacaciones y dejar descansar al ordenador
que falta le hace.
Con esta entrada doy por finalizado, hasta mediados de septiembre, espero, la
publicación en el blog. El verano conlleva otra serie de actividades
entre las que no priorizo estar delante del ordenador por diferentes
motivos, entre otros, cambio de rutina, ocupar el tiempo en otros
menesteres, pasear, lectura, playa, viajar, nietos, cenas con amigos,
etc, etc.
Os deseo que disfrutéis de unas extraordinarias vacaciones, ya que pienso que las tenemos bien ganadas con todo lo que nos ha caído encima. Esperemos que el cambio continúe.
Feliz verano