Ya ha finalizado Semana Santa, en muchos lugares pasada por agua, y que ha deslucido en gran manera dicha celebración.
El pasado fin de semana nos desplazamos a Zaragoza para ver la celebración culmen de dicha festividad y que no es otra que la Procesión del Santo Entierro.
Ya durante el viaje los presagios no eran nada buenos porque desde que salimos la lluvia fue nuestra compañera de viaje y llegando a Teruel, la lluvia tornó en gruesos copos de nieve que ya no nos dejaron hasta pasado el Puerto de Paniza y hasta la entrada en Zaragoza no dejó de llover. Ya en la ciudad el cielo presentaba negros nubarrones que amenazaban con descargar, por suerte y debido a que sopló un ligero viento acabaron por desaparecer permitiendo que la procesión se desarrollara sin mayores incidencias.
Al llegar a Zaragoza y después de dejar el equipaje, quedamos con los cuñados a tomar un vermút en un bar que los ponen de vicio. Se llama La Romareda, con él disfrutamos de unas estupendas tapas; tiene una barra que da envidia.
Y después de comer nos preparamos para ver la procesión. Este año con motivo de las obras del tranvía que tienen levantada a media Zaragoza, el recorrido ha cambiado considerablemente, así que tuvimos que buscar otro observatorio. Este año ha estado en las Murallas Romanas. Y desde ese lugar están tomadas las fotos.
Voy a hacer una pequeña sinopsis de la historia de esta Procesión, que seguro ya conocéis, al menos quienes habiten en Zaragoza y que figura relatada en el librito en el que vienen recogidos los pasos, horarios e itinerarios de las distintas cofradías.
Desde el siglo XIV, por disposición real, recorría las calles de la ciudad una pequeña procesión que salía del convento de San francisco, en la que se integraba el Santo Entierro.
Durante los siglos XVII, XVIII y principios del XIX se organizaban, en ocasiones, dos procesiones, una por la Venerable Orden Tercera de San Francisco de Asís y otra por la Hermandad de la Sangre de Cristo, que partían del convento de San Francisco. Desde 1808 a 1812 con motivo de la Guerra de la Independencia, dejan de hacerse, comenzando de nuevo en 1813, por la Hermandad de la Sangre. En 1815 se reinician las actividades de la Venerable Orden Tercera. En 1819 comienza una polémica entre ambas Hermandades hasta que en 1827 el pleito fue favorable a la Venerable Orden Tercera. En dicho año se firmó entre ambas entidades una escritura de concordia por la que la Hermandad de la Sangre de Cristo tendría el derecho exclusivo de organizar el Santo Entierro así como custodiar el único Sepulcro de la ciudad. De esta forma se celebró la procesión del Santo Entierro hasta 1931. Entre los años 1932 y 1934 durante la Segunda República no tuvo lugar la procesión.
Es el año 1935 el del nacimiento de la Semana Santa actual, al producirse una serie de hechos que inducen a los fieles a agruparse en diversas cofradías.
Desde el siglo XVIII, los pasos eran llevados a hombros por los llamados terceroles que eran labradores y ganaderos de los alrededores de Zaragoza, que vestían hábito y tercerol, una prenda de cabeza de color negro. Dichos terceroles acudían año tras año a la iglesia de Santa Isabel de Portugal y bajo la dirección de los hermanos de la Sangre de Cristo, colaboraban en la procesión del Santo Entierro.
En 1935, la tensión política y las dificultades por las que atravesaba España hacían muy difícil la organización de la procesión, que estaba suspendida desde 1931. En el año 1935 se produjo un incendio en el almacén donde se guardaban los pasos y además hubo una huelga de terceroles por lo que las imágenes fueron sacadas por miembros de las asociaciones y jóvenes. Es a partir de ese año cuando a los pasos se les dota de ruedas para hacer más fácil el transporte.
En 1937, se creó la primera cofradía de Semana Santa, organizando procesión independiente y tomando a su cargo el paso de Nuestra Señora de la Piedad, que era propiedad de la Hermandad de la Sangre de Cristo. También cambió su hábito para diferenciarla de su cofradía madre. En años sucesivos se van creando nuevas cofradías hasta alcanzar el número de 23. Unas cofradías, de raíz aragonesa, adoptaron el tercerol, otras, el capirote.
La peculiaridad de la Semana Santa aragonesa es que las cofradías en su totalidad, además de realizar sus procesiones particulares, se incorporan a la procesión del Santo Entierro componiendo un Vía Crucis completo.
En 2001 fue declarada, la Semana Santa de Zaragoza, Fiesta de Interés Turístico Nacional.
Después de estas pinceladas, que espero no os hayan aburrido, os dejo unas imágenes de los pasos que pude fotografiar durante la procesión.
Paso de Nuestra Señora de la Esperanza
Paso de la Entrada de Jesús en Jerusalén
Paso de Jesús Orante en el Huerto
Paso de María Santísima de la Confortación
Paso de la Oración del Huerto
Paso del Prendimiento del Señor
Paso del Cristo Prendido
Paso de la Virgen de los Dolores
Paso del Santísimo Cristo atado a la columna
Paso de la Flagelación
Paso de Nuestra Señora de la Fraternidad
Paso del Señor Atado a la Columna
Paso del Busto Coronado de Espinas
Paso de la Coronación de Espinas
Paso del Ecce Homo
Paso de María Santísima de la Amargura
Paso de la Conversión de Santa María Magdalena
Paso de Jesús Nazareno
Paso de la Caída del Señor
Paso de Jesús camino del Calvario
Paso de Nuestra Señora del Perdón
Paso de la Elevación de la Cruz
Paso de la Tercera Palabra
Paso de la Quinta Palabra
Paso del Santo Cristo de la Agonía
Paso de Nuestra Señora del Rosario
Paso de El Calvario
Paso del Descendimiento
Paso de Cristo de la Cama
Después de 2 horas y cuarto a pie firme y como ya estaba a punto de finalizar, nos marchamos a tomar unos vinos. Primeramente estuvimos en Los Espumosos, a continuación en el Continental y cerramos la gira en La Pilara. Un día completo.
El sábado nos fuimos a preparar una chuletada en el pueblo de mi suegra. El día empezó con un sol de bandera pero poco a poco se fue estropeando, se nubló pero no llovió. Se levantó, como era de esperar, el viento de Zaragoza, un cierzo, por suerte, no muy fuerte.
Por la tarde regreso a Zaragoza y después de descansar un poco, poco, sea dicho, quedamos para efectuar el recorrido. Cambiamos de lugar y estuvimos por la zona aledaña a la Plaza de San Francisco; en La Rinconada de Lorenzo y en La Jamonería. Después a casa a descansar porque el día estuvo bien ocupado.
El domingo por la mañana estuvimos en un mercadillo de antigüedades que se instala en la Plaza de San Bruno y después de recorrerlo nos dirigimos a tomar un vermut a Casa Paricio, donde tienen unos bolas de bacalao y unos vinagres de vicio. A comer y después de un ligero descanso nuevamente a recorrer la ciudad. Estuvimos en Los Espumosos cerca del Corte Inglés. Como era domingo, había pocos bares abiertos y al día siguiente teníamos que regresar nos retiramos a casa a descansar de unos días de ajetreo total.
Y así han transcurrido estos últimos días de la Semana Santa. Pocos pero muy bien aprovechados. Ahora toca de nuevo volver a la tranquilidad.
Espero que no os haya cansado mucho con tanto relato, pero no siempre va a ser una entrada a base de recetas. Hemos disfrutado de lo lindo.