El Origen de las pastas se pierde en tiempos remotos; hay quien atribuye la invención de los espaguetis a los chinos; otros afirman que los egipcios se alimentaban con un producto parecido a los macarrones italianos; también los griegos elaboraban un producto similar compuesto de harina y caldo. Rastreando en el pasado, ciertas narraciones sitúan el nacimiento de los macarrones en distintas regiones italianas: Roma, Nápoles, Génova.. Algunos textos se remontan al año 1100; pero las primeras noticias fiables sobre el tema aparecen entre los siglos XV y XVI. La llegada a Europa del tomate (al que se considera el condimento perfecto para los macarrones) supuso un notable refuerzo para el consumo de la pasta.
Dejando a un lado Italia —cuna geográfica y fiel consumidora de este alimento— las pastas se han extendido por todos los países, invadiendo las cocinas familiares. ¿Las razones del éxito? En primer lugar se trata de un plato económico, rápido, de fácil preparación y resultados excelentes. Las pastas son, por principio, un plato fuerte de valor calórico indudable, que, según los ingredientes que les acompañen, pueden constituir un completo plato único, o —en pequeña cantidad— una guarnición excelente para cualquier plato de carne.
La pasta es un alimento de gran valor energético, a pesar de estar compuesta por sólo dos elementos: agua y harina (con el aditamento, a veces, de huevos).
Las pastas alimenticias se pueden dividir en dos grandes tipos: las pastas secas y las pastas al huevo. Las pastas secas: están compuestas como hemos dicho, por sólo dos ingredientes: agua y harina de trigo. Son fabricadas exclusivamente por industrias especificas y presentan una variedad de formas y medidas. Las pastas al huevo, añaden a sus componentes básicos los huevos, y encuentran en los tallarines su «interpretación» clásica. A este tipo se pueden añadir las pastas al huevo enriquecidas con relleno, como raviolis, tortellini, etc.
*Texto extraído de diversas fuentes.
1 zanahoria
1 calabacín
2 tomates maduros
3 dientes de ajo
1 ramita de apio
1 ramita de perejil
aceite de oliva virgen extra
sal
pimienta negra molida
Mientras se hacen las verduras calentamos agua en una cazuela, con un diente de ajo y una hoja de laurel, llevamos a ebullición,salamos y cocemos la pasta el tiempo que indique el fabricante. Escurrimos y reservamos un poco del caldo de cocción.
En una sartén con un poco de aceite doramos los dientes de ajo picados. Sacamos y reservamos.
Una vez las verduras estén en su punto las volcamos sobre el vaso de la batidora, agregamos un cazo del agua de cocción, los dientes de ajo dorados y trituramos.
Volcamos en una cazuela, rectificamos de sal si es necesario y cocinamos unos minutos hasta que reduzca y adquiera consistencia. Repartimos la pasta en los platos y mojamos con la salsa.
Espero que sea de vuestro agrado.